Nunca imaginó que su idea se convertiría en uno de los símbolos más poderosos de esta época. Se llama Justin Rosenstein, es ingeniero y tiene 35 años. En 2007 inventó el Like, el famoso botón «Me gusta» de Facebook que fue usado por primera vez en febrero de 2009. Hoy no solo es un botón que millones de personas clickean cada segundo en todo el mundo sino que es un concepto y un ícono de las redes sociales. Ahora su invento aparece en emojis, en remeras, en películas. El pulgar para arriba azul y blanco aparece en cientos de miles de sitios web. Lo persigue.
Pero Rosenstein está arrepentido de su creación porque dice que genera una seria adicción en las personas y contribuye a que perdamos el tiempo en pavadas que no aportan mucho a nuestra vida. Al año siguiente Rosenstein abandonó su trabajo en la red social y ahora dijo que intenta no usarla. ¿Se siente responsable? “Es común que los humanos desarrollen cosas con la mejor de las intenciones, pero que estas terminen teniendo consecuencias negativas de forma no intencional”, dijo.
Creció en San Francisco y estudió ingeniería en la Universidad de Stanford. Trabajó en Google, donde colaboró con el desarrollo del chat de Gmail y con lo que hoy es Google Drive. En 2007 se fue a Facebook a trabajar junto a Mark Zuckerberg y a los dos años se fue a armar su propia empresa. Se convirtió al chamanismo y se hizo vegano. Hoy está convencido de que los medios sociales pueden ser muy buenos pero también muy dañinos si no se regulan.
Su obsesión actual es la distracción y la pérdida de tiempo que producen las plataformas sociales como facebook, Instagram, Snapchat, Twitter, etc. si estas no contribuyen a que nuestras vidas sean mejores. «La distracción es donde tu atención y tu intención no son la misma cosa. El problema de hoy es que estamos perdiendo todo nuestro tiempo en la vida, perdiendo todo nuestro tiempo enfocándonos en las cosas equivocadas», dijo en un reportaje en The Verge. «La idea de que estamos viviendo distraídos, no logrando lo que estamos tratando de hacer, es simplemente dolorosa. Es una locura!»
Hoy Rosenstein se dedica a la empresa que armó, Asana, donde desarrollan herramientas de software para el trabajo, tipo Trello. Le va bien. Asana ya está valorada en 900 millones de dólares.