Al final de la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2015, Shinzo Abe, el primer ministro de Japón, entró al escenario para promocionar la próxima sede Tokio 2020. Lo hizo disfrazado y muchos de los cientos de millones que lo miraban en directo por TV sonrieron y entendieron el mensaje. Las redes sociales explotaron al instante. Abe le daba la bienvenida al mundo vestido de Mario, un plomero italiano con bigotes que desde las pantallas de videojuegos se convirtió en uno de los personajes más famosos de la cultura popular moderna.
Pero Mario nació gracias a un fracaso. A principios de la década del ´80 la empresa japonesa Nintendo había apostado a ingresar en el mercado estadounidense con el juego “Radar Scope” que imitaba al exitosísimo Space Invaders. Pero la apuesta salió mal y Hiroshi Yamauchi, el entonces presidente de Nintendo, le ordenó a Shigeru Miyamoto, el jefe de diseño, que se ponga al frente de la misión para revertir las cosas. Miyamoto pensó primero en la historia del juego antes que en la programación, algo inusual para la época. Y tuvo una idea extraña: el héroe de la historia sería un obrero simpaticón y un poco gordo que debía rescatar a una chica de las garras de un gorila. ¿Cómo la salvaría? Saltando. El juego se llamaría Donkey Kong.
En aquel entonces Mario todavía no era Mario ni tampoco un plomero (la idea inicial fue que sería carpintero). En la primera versión se llamó “Jumpman” (saltarín). ¿Por qué le pusieron Mario? Esta historia la cuenta David Sheff en su libro «Game Over» (1993) sobre los detalles que hicieron de Nintendo un emporio. Por aquellos años el empresario constructor Mario Segali le alquilaba una de sus oficinas a los japoneses de Nintendo, que estaban trabajando en el juego. Pero las finanzas estaban mal, la plata no llegaba y los pagos se atrasaban. Segali se enojó. Fue hasta la oficina, discutieron fuerte y Miyamoto le prometió que el pago estaría al día siguiente. Como agradecimiento a Segali, le puso Mario al personaje principal del juego. Y de paso, le copió los bigotes.
El juego se lanzó oficialmente el 9 de julio de 1981 y fue un éxito rotundo. En un año se vendieron 60 mil copias y la empresa recaudó 180 millones de dólares. Mario se transformó en poco tiempo en un personaje muy querido por el público y en un emblema de los videojuegos tipo arcade que por aquellos años hicieron furor en chicos, adolescentes y adultos gracias a las consolas y también a los portátiles (liderados por la línea Game&Watch de Nintendo, con una pequeña pantallita LCD). Empezaron a salir las distintas versiones: Donkey Kong Jr. en 1982, un año después se estrenó “Mario Bros.” donde el plomero de mameluco azul y remera roja iba por las alcantarillas subterráneas de New York con una llave inglesa en la mano y ayudado por su hermano Luigi.
Pero el golpe de éxito se dio en 1985 cuando la empresa japonesa lanzó “Super Mario Bros”, el primer juego para su famosa consola hogareña de 8 bits Nintendo Entertainment System (más conocida como NES). Aquella versión del juego fue la más exitosa de la historia y la base del género de plataformas en 2D que se usó después durante varios años. Mario corría sin descanso sobre un cielo celeste y al comer hongos se agrandaba varios centímetros para poder romper ladrillos de manera más fácil. Vendió 40 millones de copias y el dinero llegaba a Nintendo con la misma velocidad con la que Mario se hacía más famoso en todo el mundo.
La consola familiar permitió llevar todo ese entretenimiento a casa. Se hizo tan popular que para fines de la década, dos de cada cinco hogares en Japón tenían una. Las aventuras de Mario y su esforzada lucha para sortear todo tipo de obstáculos ya estaban instaladas en cientos de miles de televisores en todo el mundo, en los bolsillos de los chicos y en los “fichines” de las salas de juegos. En 1991 llegaría “Super Mario World”, que aún hoy es considerado uno de los mejores juegos de la franquicia. En ese juego hace su presentación oficial Yoshi, el dinosaurio que Mario usaba de caballo para derrotar criaturas enemigas y ayudarlo a pasar de nivel. “En cada nuevo lanzamiento, la escena se pausa para prestar atención a su aventura de turno, las cuales no decepcionan nunca, como el increíble Super Mario 64 (1996) que marcó un antes y un después al definir las aventuras y la exploración en un mundo en 3D con una cámara de manejo libre e independiente. O Super Mario Sunshine y Super Mario Galaxy”, explica Lionel Campilongo, un periodista y gamer experto que escribe en el sitio Geek Level. Esa manera de controlar al personaje y a la vez manejar de manera individual el punto de vista del jugador (“la cámara”) fue toda una revolución para la época y marcó un estándar en los juegos 3D en primera persona que se usa todavía hoy.
Después de tres décadas, muchos se preguntan la fórmula secreta del impresionante éxito de Mario. Hay varias razones, pero sin dudas que el acierto clave de Nintendo y Miyamoto fue conservar a lo largo del tiempo la simpatía y la simpleza en la jugabilidad de las versiones iniciales ochentosas del Super Mario Bros y al mismo tiempo, no anclarse en la nostalgia e ir sumándole nuevas dimensiones para explorar, saltar los enemigos y tener siempre el mismo objetivo: rescatar a la princesa de las garras del malvado Bowser. Y todo eso sin arruinar el juego ni a su personaje principal. Muchos trataron de imitarlo con personajes parecidos (como Sonic, de la empresa SEGA) pero no pasaron la prueba del tiempo. Mario se renueva muy bien. “En una industria tan cambiante como la de los videojuegos, que un personaje siga vivo y exitoso después de casi 40 años está fuera de toda lógica. Pero esa es la lógica de Mario. Es como Mick Jagger, siempre está listo para volver con un nuevo hit, con una nueva gira. Enlaza generaciones que lo jugaron en el mítico Super Mario Bros. con las que se compraron la Switch, la última consola de Nintendo, solo para jugar al Super Mario Odyssey. Cuando quieras explicarle a un millennial una expresión tan vetusta como «caballito de batalla» podés hacerlo muy fácil: decirle que es como Mario para Nintendo”, dice el periodista Santiago Do Rego, conductor de TN Tecno y fan del personaje.
Hoy Mario, siempre amable, humilde y risueño, es adorado por fanáticos al mismo nivel de Mickey Mouse y el Pato Donald. Su figura trascendió las consolas y se expandió por todo tipo de merchandising, tuvo su programa de TV, una (olvidable) película en 1993 y hasta tiene su propio día: el 10 de marzo (la mezcla de Mar, por marzo y 10 forman MAR10). Es una marca imbatible. Para el último 10 de marzo, Google anunció que por una semana, los fans de Mario podían usar su figura en el recorrido de la aplicación Mapas.
Mientras tanto, a los 65 años Miyamoto es una celebridad. Se lo llama “el padre de los videojuegos” o “el Walt Disney moderno”. Ganó en 2012 el premio Príncipe de Asturias como reconocimiento de su mérito en la industria del entretenimiento y la educación. “es el principal artífice de la revolución del videojuego didáctico, formativo y constructivo. Diseñador de personajes y juegos mundialmente conocidos, se caracteriza por excluir de sus creaciones la violencia y por innovar con programas y formatos que ayudan a ejercitar la mente en sus múltiples facetas y resultan muy valiosos desde un punto de vista educativo”, dijo el jurado.
Continúa trabajando en proyectos de Nintendo como jefe creativo, dedicado a diferentes juegos con las nuevas consolas (la 3DS, la Wii U) aunque los juegos en los smartphones tipo Candy Crush, Angry Birds y Pokémon Go amenazan con poner a la empresa, otra vez, contra las cuerdas. Miyamoto y nintendo tienen el as de espadas siempre listo para usarlo, como con el reciente “Super Mario Run” para jugar desde el iPhone (a 10 dólares). Y los negocios se diversifican para captar las nuevas generaciones. Universal invertirá 350 millones de dólares para la construcción de “Super Nintendo World”, un parque temático en la ciudad japonesa de Osaka con Mario como atracción principal. Estará listo en 2020 para los Juegos Olímpicos de Tokyo.
Miyamoto ya tiene ocupada su cabeza en otras ocupaciones, como en el cine de animación. Es una celebridad pero de perfil muy bajo. En los pocos reportajes que dio a los medios, contó que ya no dedica su tiempo a jugar a ningún juego y, como es un fanático de la música, prefiere pasar sus horas tocando diferentes instrumentos y criando perros. Ya hizo todo lo que debía hacer.
(publicada en revista VIVA en abril de 2018)