A raíz de una colaboración con la artista japonesa Yayoi Kusama y el champagne Veuve Clicquot, me metí con la historia de la viuda Clicquot, Barbe Nicole Ponsardin. Nace en 1777 en Reims, Francia y se casa a los 21 con Francois Clicquot. Pero a los 27, la «Grande Dame» se quedó viuda y tomó las riendas de la Maison. Se convirtió en la primera de lo que hoy llamaríamos «emprendedora». Cuenta la leyenda que revolucionó el mundo del champagne con sus principales innovaciones, como la creación de la primera cosecha conocida en 1810. Fue pionera en exportar sus vinos a Rusia aventajando a sus competidores franceses y también innovó en el diseño de la botella Maubeuge, que aún hoy se usa en la mayoría de las marcas de champagne. Además fue la primera que se diferenció con el marketing: puso su marca sobre una etiqueta amarilla, que resaltaba sobre el resto de las botellas.
En resumen, ella heredó una fábrica de vino y champagne casi fundida y la convirtió en un imperio. Murió en 1866.
A fines del año pasado la marca (hoy en manos del grupo francés LVMH Moët Hennessy también dueño de Louis Vuitton, Chandon, Givenchy, Christian Dior, Hublot, Kenzo y más de 70 marcas de lujo) lanzó una pieza de colección, edición limitada, un tributo de Kusama en la botella «La Grande Dame 20212». El arte de la japonesa adorna la caja con alegría: una flor que simboliza el amor y la paz y sus ya famosos lunares (los «polka dots») que simulan burbujas de champagne.
Lalo Zanoni 