El guiso de La Sucrerie

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-Bueno, mi nombre es Huberto, aunque muchos hoy me conocen como El Guiso por mi usuario en las redes. Tengo 42 años, soy casasdo, tengo 3 hijas y un caniche, soy franco argentino y hace un poco más de un año, emprendedor gastronómico aunque vengo de un palo muy distinto. Los últimos 15 años estuve viviendo en Salta casi frontera con Bolivia trabajando como productor agrícola y administrando la empresa familiar dedicada a la agricultura, ganadería y explotación forestal. Antes tuve un breve paso por el mundo corporativo como analista de remuneraciones en una automotriz. De formación soy economista empresarial con un postgrado en finanzas, ambos en la UTDT.

Después de 15 años en Salta, en noviembre de 2019 por diferentes motivos decidí renunciar es una historia larga pero en resumen necesitaba un cambio y acercarme a mi familia que vivía en Buenos Aires. Yo iba y venía pero bastante poco, no lo pensé demasiado y de un día para el otro me instale en CABA sin mucha idea de qué hacer. Actualicé mi perfil de LinkedIn y dije «algo aparecerá». Aproveché ese tiempo para cocinar mucho, un hobby que me hacía bien y subir ese contenido a mis redes.

La pandemia me sorprendió en este estado, dedicado a ser padre full time, más en los primeros meses en los cuales mi mujer con su emprendimiento en el que hace baberos, toallas, bolsos y cosas para chicos se puso a hacer barbijos y tuvo un boom de ventas, justo cuando empezábamos a quedarnos sin ahorros. Para fines de mayo, pasado este boom urgía tener una fuente más de ingresos en la casa. Yo siempre había soñado con hacer algo con gastronomía pero no sabía bien qué: una rotisería, un restaurante, hacer viandas, tener una bodega, proveeduría de productos especiales. No sabía.

En mis viajes siempre solía traer comida del norte sobre todo dulce de batata. En Jujuy hay una marca que se llama Otito y tienen un producto increíble. No entendía como acá no existía un producto por el estilo o más premium todavía, solo se conseguían dulces industriales y no de muy buena calidad. Así que me puse a investigar y probar recetas, se las hice probar a la gente que tenía cerca y todos quedaban fascinados y las fotos que subía tanto en Twitter como en Instagram tenían muy buena aceptación. ¿Por qué no intentar venderlos? Entonces en la última semana de mayo agarre 2000 pesos y compre unos moldes que me gustaron, moldes de jabones, mi mujer armó un logo en Canvas, compramos 3 cajas, 1 kilo de boniato, sonaba más cool que la batata y 1 kilo de membrillos, subí unas fotos en Twitter y le llevé una caja con los dulces a Florencia Etchevez que vive cerca, para que los pruebe. Pensé que iba a vender 6 dulces por semana, pero de repente nos viralizamos! Horacio Cabak, Osvaldo Bazan, Bernardo Erlich nos retuitearon y comentaron nuestras publicaciones, nos llenaron de DM de pedidos, salimos a comprar más moldes, teníamos lista de espera de 15 días, una verdadera locura. Los primeros meses trabajamos sin parar, ¡teníamos que aprovechar antes que se cortara! Mientras armamos redes del emprendimiento para no mezclar nuestros perfiles personales con el negocio y poder organizar mejor el canal de ventas que era puramente por mensajes. Y también fuimos sumando más productos y buscando aumentar el ticket para justificar los envíos, porque todo era por app de delivery. Metimos productos de otros emprendedores o que se complementaran con lo que nosotros teníamos.

¿De qué manera usás las redes sociales para vender?

Las redes fueron claves en el momento de arrancar, estábamos todos encerrados, sobraba el tiempo, no había mucho más para hacer y la cocina fue un tema que estaba de moda, sin saberlo yo en mi aburrimiento había preparado mis cuentas para esto, no es que empecé en la pandemia si no que ya hacía meses que venía compartiendo recetas y contando el día de cocinar para mi familia. Es algo que se me da natural y que en el pasado ya me había generado muchos seguidores al contar el día a día de una usurpación que sufrí cuando 200 falsos originarios intentaron quedarse con el campo en el que trabajaba en Salta.

Además descubrimos en el WhatsApp business una herramienta que nos permitía publicar un catálogo, vender y tener una relación de trato personal con los clientes. Al principio con productos nuevos nos dio la posibilidad de generar una relación especial casi como de ir a comprar a un local. Hoy ya armamos una tienda online aunque seguimos con el WhatsApp siempre abierto.

Desde el principio nos organizamos con mi mujer en atención al público (vía DM / WA), yo subiendo contenido y sacando las fotos, no solo usamos las redes para vender, además contamos nuestra historia, muchas de las cosas que nos salieron mal, como fuimos aprendiendo, como nos fuimos conectando con otros emprendedores, compartiendo recetas, tips, info relevantes y tratando siempre de darle un lugar a otros que estuviesen haciendo otras cosas y hasta lo mismo. A su vez generamos una relación directa con quien nos lee a quien muchas veces hacemos participar en las decisiones de nuevas recetas o productos.

¿Qué opinás de Twitter?

Más que nada soy fan de Twitter, no solo porque fue una gran compañía mientras que pasaba muchos días solo en el campo, una manera de mantenerme conectado e informado pero sobre todo porque fue clave en mi vida laboral. Gracias a twitter conseguí conservar mi fuente de trabajo al nacionalizarse la injusticia que vivía por el intento de usurpación del campo, que a su vez sirvió en su momento para generar un movimiento de víctimas que hoy con la problemática mapuche en el sur está teniendo más presencia en la prensa y luego fue clave en el armado, lanzamiento y divulgación de mi proyecto actual.

Twitter tiene como red social una característica casi única (hoy la comparte con tik tok) que es lograr llegar a amplias audiencias sin la necesidad de inversión en publicidad, además de un público en edad de consumir. Por otro lado algo que es una ventaja también en este momento es que las marcas e influencers hoy se encuentran todos avocados a Instagram con la cual en twitter casi no hay competencia. Son miles de usuarios a quien nadie les está vendiendo u ofreciendo nada.

Y, finalmente, tiene una característica súper valiosa es que crea lazos afectivos y comunitarios, hoy por hoy surgió una comunidad grande de emprendedores dispuesta a colaborar y ayudarse entre sí.

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